El día que se anunció el fichaje de Alonso por Ferrari este país vio como se producía un fenomeno paranormal, empezaban a salir ferraristas de debajo de las piedras, esos mismos que en años anteriores veían a Ferrari como la escudería del demonio, un equipo tramposo, encabezados por la caverna mediática alonsera, curiosamente la misma central lechera que deseaba ver y sentaba a Alonso en el F60 de Massa en Valencia 2009 mientras el brasileño estaba en la cama de un hospital de Hungría, o que desean que a Vettel le pase algo.
Ante tal fichaje, la ecuación era la siguente: Alonso + Ferrari = título seguro en 2010, algo parecido a lo que se decía en 2008, posiblemente en menor medida, cuando volvió a Renault y lo que más destaca de esa segunda etapa es una victoria en una carrera amañada en 2008, amén de otro primer puesto y un par de podios en esos dos años. Una cosa está clara, los títulos no se logran ni por el nombre del piloto ni por el nombre del equipo, como se está viendo actualmente. Y como esto no está dando resultado, incluso se está en peor situación que el año pasado, vemos como las críticas al equipo se hacen cada vez más latentes entre los ferraristas y los alonsistas, conjuntos cuya intersección es un subconjunto de los dos anteriores.
Según como lo estoy viendo yo, las críticas se producen desde dos vertientes: los que llevan siguiendo la Fórmula 1 desde antes de 2003 y los que la descubrieron ese año a partir de Hungría. Los primeros saben que Ferrari no siempre ha sido un equipo triunfador, saben que ha tenido sus épocas gloriosas y sus travesías por el desierto, a destacar la de 21 años sin tocar un título de pilotos en los 80 y los 90, incluso con algún año sin victorias en el casillero italiano. Seguramente les resulte conocida la historia y lo que estamos viendo a día de hoy no les sorprenda ni lo más mínimo. Puede que no haya vivido esos años oscuros con interés, no en vano soy del 85 y solo tenía 5 años cuando Prost perdió el mundial del 90 con el Ferrari, hecho del que no fui consciente hasta pasados unos años gracias a un libro de estrellas del motor, pero con los años he ido descubriendo la historia de Ferrari, además de ver como Eddie Irvine perdía el mundial de 1999 en Suzuka en favor de Hakkinen. Ahora lo voy entendiendo todo. Hasta entendería que se pueda comparar en ciertos aspectos, y salvando las distancias, a Ferrari con el Atlético de Madrid, en especial a lo que el sufrimiento se refiere. ¿Por qué somos de Ferrari? ¿No os recuerda a aquello de 'Papá, ¿por qué somos del Atleti?'?
Sin embargo, el otro sector de las críticas es aquel que desde 2003 sigue la competición, o a Alonso, ese grupo que tiene una imagen de Ferrari como un equipo dominador y no es capaz de asimilar que equipos como Red Bull le mojen la oreja carrera sí, carrera también. Para esos, todo lo que era ilusión en Montmeló en invierno, ahora es vergonzoso. Si tuviesen algúna noción de la historia de Ferrari durante los últimos 30 años, probablemente no les sorprendería tanto y el discurso sería otro, con críticas, pero conociendo los motivos.
De escudería del demonio entre 2004 y 2007 pasó a ser el anhelo de todos a partir de 2008. Ahora, empiezan las dudas, ¿es Ferrari el equipo adecuado para Alonso?